...Aun en las tormentas y en los peligros
guardarás fidelidad perenne
a la Alianza que sellaste con nosotros
y que, con tantas gracias, tu has bendecido.
(HP,14)
La Pequeña Consagración
Oh, Señora mía,
oh, Madre mía,
yo me ofrezco todo a ti,
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día,
mis ojos, mis oídos,
mi lengua, mi corazón,
en una palabra todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo,
oh Madre de bondad,
guárdame, defiéndeme y utilízame
como instrumento y posesión tuya.
Amén.
La Pequeña Consagración oración con la cual cotidianamente renovamos nuestra alianza con Maria.
Esta oración se cree que fue compuesta alrededor del siglo XVI. Recordemos que Europa se encontraba en la transición entre Edad Media y Renacimiento.La Pequeña Consagración se convirtió posteriormente en la oración oficial de las Congregaciones Marianas nacidas al amparo de la Compañía de Jesús. Es por este camino cómo llegó a Schoenstatt. Recordemos que en el origen de Schoenstatt está la fundación de la Congregación Mariana, dependiente de Ingolstatt, en Baviera.
En el tiempo que el Fundador estaba en Milwaukee se realizó un pequeño agregado. "Guardame, defiendeme y utilizame como instrumento y posesión tuya", este pequeño cambio es significativo, pues introduce en la oración el elemento misionero y apostólico. Destaca que nuestra entrega a María nos compromete con ella en la construcción del reino. No somos sólo posesión de Maria , sino también , expresamente sus instrumentos.
"Señora mía y Madre mía"
Reconocemos su realeza y su poder. Ella es nuestra Reina junto a Cristo Rey. Pero también es nuestra Madre, una Madre que tiene poder de Reina, porque el Señor lo ha puesto en sus manos, para que ella pueda cumplir la misión que él le confió desde lo alto de la cruz. Pero una Reina que es Madre, que está investida del poder del amor y de la misericordia.
Como la amamos brota de nuestro corazón "Yo me ofrezco todo a ti"
"Yo me ofrezco" es decir, nos damos, nos regalamos,nos consagramos a ti. "Soy tuyo Madre" nuestra pertenencia.. La alianza de amor es una mutua pertenencia del uno al otro.
Por la consagración nos confesamos pertenencia de María.
"Yo me ofrezco todo a Ti"
Nuestro amor filial, lleno de calidez e intimidad, de confianza y simplicidad, le pertenece a ella por entero, así como un niño pequeño se da todo a su madre.
"En prueba de mi filial afecto, te consagro en este día"
Nuestro amor a María quiere ser afectivo y también concreto y eficaz. Hablamos de aquí y ahora, en este día , en nuestro quehacer cotidiano. Darle pruebas de nuestro comportamiento y fidelidad en este día de trabajo.
Por eso agregamos las cosas que estamos dispuestos a consagrarle: "mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón"
Nuestros ojos le pertenecen a ella, quieren ser ojos marianos, para descubrir el paso de Dios en nuestra vida. Le decimos así que queremos ver en lo pequeño y en lo grande, la mano de Dios providente y redentor . Abrimos los ojos y con ella elevamos un canto de alabanza al Dios poderoso y misericordioso , que ha hecho también en nosotros grandes cosas.
No sólo le consagramos nuestros ojos, sino también , decimos:"mis oídos"
Le consagramos a la Virgen nuestro oídos, para que aprendan a escuchar su voz y la voz del Señor. La imagen de María que nos revela el Evangelio es la de alguien que sabe escuchar, que pregunta. Así la vemos en la escena de la Anunciación. En ella antes de actuar predomina el silencio, la actitud receptiva de quien guardaba todo en su corazón. María estaba atenta a la voz del Señor.
¿Escuchamos las "voces del tiempo, del alma del ser"? ¿Nos dejamos tiempo para escuchar las voces de Dios? María dijo a los siervos en Cana: "Haced lo que él os diga..." Lo mismo nos repite ahora a nosotros.
Le consagramos a María Virgen nuestros ojos, nuestros oídos y, agregamos, mi lengua.
Es decir todo lo que hablamos, y también lo que no expresamos con palabras, pero sí con gestos y actitudes.
Las palabras de María que nos ha legado el Evangelio son pocas: He aquí la sierva del Señor, que se haga en mí según tu palabra" "Mi alma glorifica al Señor" "Mi espíritu salta de gozo en Dios mi Salvador" "Hagan lo que él les diga" "No tienen vino"
De lo que abunda el corazón, dice el Señor habla la boca"
¿Habla María atraves nuestro?
Lo más importante que podemos consagrar a ella"mi corazón"
Al entregarle nuestro corazón le entregamos lo más profundo e íntimo que poseemos. La historia de nuestra vida es la historia de nuestro corazón dice el P. J. Kentenich.
Por la consagración la entronizamos como reina de nuestro corazón. Le abrimos sin reservas nuestro corazón, con sus miserias y sus riquezas,para que ella lo reciba en el suyo y lo haga más puro, más cálido, más amante del Señor y de los hombres; para que en el suyo se acrisole.
Le consagramos a Marìa "todo mi ser"
Todo lo nuestro: nuestro cuerpo y nuestra alma, nuestras manos y nuestros pies, nuestros instintos, nuestra inteligencia, nuestra voluntad,nuestro trabajo y nuestro descanso,nuestras alegrías y nuestras penas, nuestra riqueza y nuestra pobreza, nuestros seres queridos, todo le consagramos a ella,todo pertenece a ella.
Nos hemos consagrado a Marìa, a quien es "Madre de bondad", Reina de misericordia y refugio de los pecadores .
Por eso ahora "guardarme, difièndeme" y utilìzame como instrumento y posesión tuya.
Pedimos a Maria que nos resguarde, que no permita que caigamos en tentación, que nos defienda del maligno y extienda sobre nosotros su manto protector. Sabemos que "un hijo de Marìa jamás perecerá" por eso no nos angustiamos , sabemos a quien nos hemos entregado.
"Utilìzanos como instrumento y posesión tuya"
Si somos posesión suya, entonces ella puede valerse de nosotros para lo que desee. Puede trabajar con nosotros en la viña del Señor, en cosas simples y cotidianas o en cosas difíciles y riesgosas.
Por la consagración nos ponemos al servicio de Marìa y del Señor. Queremos ser para ella un instrumento dócil y dispuesto, que sabe posponer proyectos o necesidades a lo que ella nos pide..
Estamos consagrados a Marìa marcados con su sello. Nos hemos entregado libremente a ella, esa es nuestra gloria y nuestro seguro de vida.
del libro :
Alianza de Amor con Maria.
P. Rafael Fernandez de A.
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Le consagramos a Marìa "todo mi ser"
Todo lo nuestro: nuestro cuerpo y nuestra alma, nuestras manos y nuestros pies, nuestros instintos, nuestra inteligencia, nuestra voluntad,nuestro trabajo y nuestro descanso,nuestras alegrías y nuestras penas, nuestra riqueza y nuestra pobreza, nuestros seres queridos, todo le consagramos a ella,todo pertenece a ella.
Nos hemos consagrado a Marìa, a quien es "Madre de bondad", Reina de misericordia y refugio de los pecadores .
Por eso ahora "guardarme, difièndeme" y utilìzame como instrumento y posesión tuya.
Pedimos a Maria que nos resguarde, que no permita que caigamos en tentación, que nos defienda del maligno y extienda sobre nosotros su manto protector. Sabemos que "un hijo de Marìa jamás perecerá" por eso no nos angustiamos , sabemos a quien nos hemos entregado.
"Utilìzanos como instrumento y posesión tuya"
Si somos posesión suya, entonces ella puede valerse de nosotros para lo que desee. Puede trabajar con nosotros en la viña del Señor, en cosas simples y cotidianas o en cosas difíciles y riesgosas.
Por la consagración nos ponemos al servicio de Marìa y del Señor. Queremos ser para ella un instrumento dócil y dispuesto, que sabe posponer proyectos o necesidades a lo que ella nos pide..
Estamos consagrados a Marìa marcados con su sello. Nos hemos entregado libremente a ella, esa es nuestra gloria y nuestro seguro de vida.
del libro :
Alianza de Amor con Maria.
P. Rafael Fernandez de A.
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